James Zeta
…La fábrica demanda muchas horas de trabajo y le hace imposible tener cualquier tipo de vida, incluso las imaginarias.
Toda la mañana hasta bien entrada la tarde de trabajo, regresa a casa a comer algo y descansar unas pocas horas y el resto, es todo suyo.
Deambula con el patín como única y exclusiva compañía.
Tan sólo puede disfrutar un poco de la nocturnidad, por suerte es algo que ama.
Apenas gente en los alrededores, la mayoría de los comercios están cerrados y pocos son los ruidos que puedan perturbarle.
Tan sólo el desgaste de sus ruedas de poliuretano contra el asfalto, el cuidado constante de no caerse por el suelo resbaladizo debido a la nieve. Y aun así se siente relajado por completo, algo más vivo que de costumbre.
Existe un lugar donde se siente plenamente satisfecho por tener más en común con lo que ve allá arriba, que con los que respiran aquí abajo.
Si atraviesas el puente de Gün y llegas hasta la ladera norte de la montaña, en las faldas hay una especie de falsa playa con su propia orilla.
Desde allí, alejado de luces y neblinas puedes ver como las auroras boreales danzan haciendo estremecer el cielo negro.
Jerome las observa, tumbado en aquel lugar donde disfruta de la inmensidad, arropado por el frío de un escenario donde desinhibirse de cualquier pensamiento que le taladre.
Adora disfrutar del silencio de las auroras que le brindan una magnífica oportunidad para dejar atrás toda idea dañina, repetitiva e incoherente que pueda hacerle algún mal.
Cada día…
-Apaga el despertador.
…es igual…
-Apaga el despertador.
…o peor…
-Apaga el despertador.
…que el anterior.
. Fin fragmento I .